Cardos
Es muy tarde hoy, estoy cansado, llegue ya muy tarde, ademas no tenia maldita la gana de contar nada, de decir nada.
Entre un momento en el Messenger y volví a salir con la misma celeridad que entre.
Esta noche descansare solamente.
.
.
.
.
(Cardos: Tony)
.
.
.
Leonora
¡El vaso se hizo trizas! Desapareció su esencia
¡Se fue; se fue! ¡Se fue; se fue!
Doblad, doblad campanas, con ecos plañideros,
Que un alma inmaculada de Estigia en los linderos
Flotar se ve.
Y tú, Guy de Vere, ¿qué hiciste de tus lágrimas ?
¡Ah, déjalas correr!
Mira, el angosto féretro encierra a tu Leonora;
Oye los cantos fúnebres que entona el fraile; ahora
Ven a su lado, ven.
Antífonas salmodien a la que un noble cetro
Fue digna de regir;
Un ronco De Profundis a la que yace inerte,
Que con morir
Indignos, los que amábais en ella solamente
Las formas de mujer,
Pues su altivez nativa os imponía tanto,
Dejasteis que muriera, cuando el fatal quebranto
Posó sobre su sien.
¿Quién abre los rituales? ¿Quién va a cantar el Réquiem?
Quiero saberlo, ¿quien?
¿Vosotros miserables de lengua ponzoñosa
Y ojos de basilisco? ¡Mataron a la hermosa,
Que tan hermosa fue!
¿Peccavimus cantasteis? Cantasteis en mala hora
El Sabbath entonad;
Que su solemne acento suba al excelso trono
Como un sollozo amargo que no suscite encono
En la que duerme en paz.
Ella, la hermosa, la gentil Leonora,
Emprendió el vuelo en su primer aurora;
Ella, tu novia, en soledad profunda
¡Huérfano te dejó!
Ella, la gracia misma ora reposa
En rígida quietud; en sus cabellos
Hay vida aún; mas en sus ojos bellos
¡No hay vida, no, no, no!
¡Atrás! Mi corazón late de prisa
Y en alegre compás. ¡Atrás! No quiero
cantar el De Profundis majadero,
Porque es inútil ya.
Tenderé el vuelo y al celeste espacio
me lanzaré en su noble compañía.
¡Voy contigo, alma mía, sí, alma mía¡
Y un peán te cantaré!
¡Silencio las campanas! Sus ecos plañideros
Acaso lo hagan mal.
No turben con sus voces la beatitud de un alma
Que vaga sobre el mundo con misteriosa calma
y en plena libertad.
Respeto para el alma que los terrenos lazos
Triunfante desató;
Que ahora luminosa flotando en el abismo
Ve amigos y contrarios; que del infierno mismo
al cielo se lanzó.
Si el vaso se hizo trizas, su eterna esencia libre
¡Se va, se va!
¡callad, callad campanas de acentos plañideros,
que su alma inmaculada del cielo en los linderos
Tocando está!
E.A.Poe.
.
.
Músicas: Nirvana. El hombre que vendio el mundo.
Entre un momento en el Messenger y volví a salir con la misma celeridad que entre.
Esta noche descansare solamente.
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(Cardos: Tony)
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Leonora
¡El vaso se hizo trizas! Desapareció su esencia
¡Se fue; se fue! ¡Se fue; se fue!
Doblad, doblad campanas, con ecos plañideros,
Que un alma inmaculada de Estigia en los linderos
Flotar se ve.
Y tú, Guy de Vere, ¿qué hiciste de tus lágrimas ?
¡Ah, déjalas correr!
Mira, el angosto féretro encierra a tu Leonora;
Oye los cantos fúnebres que entona el fraile; ahora
Ven a su lado, ven.
Antífonas salmodien a la que un noble cetro
Fue digna de regir;
Un ronco De Profundis a la que yace inerte,
Que con morir
Indignos, los que amábais en ella solamente
Las formas de mujer,
Pues su altivez nativa os imponía tanto,
Dejasteis que muriera, cuando el fatal quebranto
Posó sobre su sien.
¿Quién abre los rituales? ¿Quién va a cantar el Réquiem?
Quiero saberlo, ¿quien?
¿Vosotros miserables de lengua ponzoñosa
Y ojos de basilisco? ¡Mataron a la hermosa,
Que tan hermosa fue!
¿Peccavimus cantasteis? Cantasteis en mala hora
El Sabbath entonad;
Que su solemne acento suba al excelso trono
Como un sollozo amargo que no suscite encono
En la que duerme en paz.
Ella, la hermosa, la gentil Leonora,
Emprendió el vuelo en su primer aurora;
Ella, tu novia, en soledad profunda
¡Huérfano te dejó!
Ella, la gracia misma ora reposa
En rígida quietud; en sus cabellos
Hay vida aún; mas en sus ojos bellos
¡No hay vida, no, no, no!
¡Atrás! Mi corazón late de prisa
Y en alegre compás. ¡Atrás! No quiero
cantar el De Profundis majadero,
Porque es inútil ya.
Tenderé el vuelo y al celeste espacio
me lanzaré en su noble compañía.
¡Voy contigo, alma mía, sí, alma mía¡
Y un peán te cantaré!
¡Silencio las campanas! Sus ecos plañideros
Acaso lo hagan mal.
No turben con sus voces la beatitud de un alma
Que vaga sobre el mundo con misteriosa calma
y en plena libertad.
Respeto para el alma que los terrenos lazos
Triunfante desató;
Que ahora luminosa flotando en el abismo
Ve amigos y contrarios; que del infierno mismo
al cielo se lanzó.
Si el vaso se hizo trizas, su eterna esencia libre
¡Se va, se va!
¡callad, callad campanas de acentos plañideros,
que su alma inmaculada del cielo en los linderos
Tocando está!
E.A.Poe.
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Músicas: Nirvana. El hombre que vendio el mundo.
1 comentario
mnkantavivir -
unb eso