Atmosferas raras...
.
I
¿Quién
eres tú
que naces en
la estancia vecina
tan cerca de la mía
que puedo percibir en el abrirse
del vientre y la oscuridad
derramarse sobre el espíritu y el hijo caído
al otro lado del tabique fino como un hueso de jilguero?
En el cuarto sangriento del nacimiento desconocido
del consumir y del girar del tiempo
y de la huella del corazón del hombre
no se inclina el bautismo
sino la oscuridad
sola bendiciendo
al indómito
niño.
Yo
tengo que yacer
quieto como una piedra
junto al tabique de hueso
de jilguero escuchando el
lamento de la madre oculta
y la oscurecida faz del dolor
que arroja el mañana como una espina
hasta que las matronas del milagro canten
y el turbulento recién nacido
me encienda su nombre y su llama
y rasgue el alado tabique
con su tórrida corona
y la oscuridad arroje
de su costado y
la transforme
en luz
Cuando
el hueso del jilguero
se rompa y desprenda
y la primera aurora
furiosa de esta corriente
aletee sobre el venido reino
del deslumbrador del cielo
y de la salpicada maternal doncella
que lo dio a luz con una llamarada en la
boca y lo arrulló como una tormenta
correré perdido en el súbito
terror y brillo del una
vez encapuchado cuarto
llorando en vano
en el puchero
de su
beso
en
el giro
del sol en
el espumoso
ciclón de sus alas
pues me perdí yo que lloro
en el trono empapado del hombre
en la primera furia de su corriente
y en los relámpagos de adoración hasta
el negro silencio triste y derretido
pues me perdí yo que he llegado
al puerto enmudecido y el
encontrado y el supremo
momento de su herida
ciega mi
llanto.
Allí
agachado desnudo
en la reliquia de
su pecho encendido
despertaré al loco trompetazo
del fondo del mar desenjaulado
de la nube que asciende de la tumba exhalante
y del polvo vasallo izando velas
con una llama suya en cada átomo.
¡O espiral de ascensión
de la embuitrada urna
de la mañana del
hombre cuando
la tierra
y
el
mar recién
nacidos elogiaron
al sol y el encontrado y
vertical Adán cantó la creación!
¡El vuelo hacia la herida de los antiguos
jóvenes desde los desfiladeros del olvido!
¡La celeste zancada de los que caen siempre
en la batalla! ¡El acontecimiento
de los santos ante su visión!
¡La casa rodante del mundo!
Y todo el dolor
fluye abierto
y yo me
muero.
II
En el nombre de los perdidos que se glorian en
las cerdiles llanuras de la carroña
bajo el canto funeral
de los pájaros del peso
grave de los ahogados
y el polvo verde
llevando el
espíritu
de
la tierra
como polen
sobre las plumas negras
y el pico enlodado
ruego aunque no pertenezco
totalmente a esa plañidera
fraternidad pues la alegría ha penetrado
hasta el meollo de mis huesos y hasta mi corazón.
que el que aprende ahora el sol y la luna
de la leche materna pueda volverse antes
que los labios ardan y florezcan
a la sangrienta habitación
detrás de la pared de
hueso de jilguero
y enmudecer y el
vientre que crió
para todos
los hombres
la adorada luz niña
o la ofuscante prisión
bostece por su llegada.
En el nombre de los disolutos
perdidos en el monte no bautizado
en el centro de la oscuridad yo le imploro
que deje descansar a los muertos aunque giman
por levantar sus manos aguijoneadas
hasta la reliquia de su herida terrena
y el jardín de la gota de sangre
permita que la hostia
ciega como una piedra
duerma en la oscura
y profunda
roca
sin despertar
a ningún corazón
mas permitir quebrarlo
en la corona del monte
sin mandato del sol y al
polvo sacudido lo arrastre el viento
hacia la llanura enraizada de ríos
debajo de la noche que cae para siempre.
La noche que cae para siempre es un
astro y un país conocidos para la legión
de durmientes cuyas lenguas taño
para llorar su diluviante
luz por el mar y la tierra
y hemos llegado a
conocer todos los
lugares y
caminos
laberintos
y pasajes
regiones y tumbas
del desplome sin fin.
Ahora simple lázaro
de los cartografiados durmientes ruega
que nunca despierten ni se levanten
porque la región de la muerte es la dimensión del corazón.
y el astro de los extraviados la forma de los ojos.
En el nombre de todos los huérfanos y en el
nombre de los no nacidos
y de los que no desean las
manos de la matrona
mañana o de los
instrumentos
oh en el
nombre
de nadie
ahora ni después
ruego que el sol
carmesí hile una tumba
gris y el color de la arcilla
fluya sobre su martirio
en la tarde interpretada y en
la conocida oscuridad de la tierra amén.
Vuelvo la esquina de la oración y ardo
en una bendición de inesperado sol.
En el nombre de los condenados
quisiera volverme y correr
hacia la tierra oculta
pero el clamoroso sol
bautiza los cielos.
Yo
me encuentro.
Oh déjale que
me abrase y ahogue
en su herida terrena.
Sus relámpagos contestan mi
llanto. Mi voz quema en su mano.
Me he perdido en su cegadora
mirada. Y el sol ruge al fin de la oración.
(Dylan Thomas)
Músicas: Bessie Smith
3 comentarios
buho -
Muchos besos
Gobina -
Las atmosferas raras,son importanets en la vida,sino ,no sabríamos apreciar los días de luz, y calor....
Un beso.Que lo pases muy bien.
María
buho -