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Erik

El Pijama

El Pijama

                        He llegado tarde, eran más de las cuatro, tarde calurosa de aun verano. Me habría gustado llegar a casa y sentarme a la bartola y no hacer nada más. Pero tenia que hacer una visita, no me quedaba mas remedio que cumplir, así es que me dirigí al piso que tienen aquí en la ciudad y al que habían venido a ultimar unos arreglos por aquello de poder alquilarlo para oficinas durante un largo periodo de tiempo.

 

            Bueno estaban todos allí y oí su voz desde dentro que me decía: - ¡Ahora mismo salgo estoy realmente empapada de sudor! ¡Vaya día que llevamos!

 

            De pronto apareció con un montón de cachivaches entre las manos y se dispuso inclinándose  frente a una gran bolsa de basura. Volvió hacia mi la cabeza mientras dejaba allí aquellos restos sin levantar el resto del cuerpo y me echo una mirada picara de esas que me echa cuando sabe que la estoy mirando algo mas que a los ojos. Llevaba un pijama rosa oscuro que dejaba observar las formas redondeadas de sus senos sin ninguna atadura, libres, moviéndose pesados como agua en un globo  y dos pequeños accidentes, que del terreno hubieran sido pero que seguro no lo eran, tirando de la fina tela hacia el cielo.

 

-         ¡Espera que me voy a dar una ducha y me cambio enseguida!

-          Hm.... (ni se te ocurra, pensé)

 

Lleva muy bien sus treinta y tantos (más) al menos desde que hace que no la veía. Treinta y... porque ni ella sabe en que día nació y por ende, cuando la tuvieron que hacer el carné de identidad  pusieron una fecha aproximada. Que parece que en su cultura no son  como muy necesarias zarandadas como esta.

           

Me han venido a la mente imágenes de sus ojos dejándose ver tan solo entre el sari y el velo con aquel magnifico traje que dejaba sus vientre y sus ojos tan solo a la vista, o aquellas noches de madrugadas los dos solos hablando mientras esperábamos la llegada de su marido, de cómo sus parientes le dijeran  (y ella tenia clavada esa espinita) que se había casado con un infiel y por tanto estaba condenada a no entrar en el paraíso. (Que tontuna cuando en el paraíso vivía con el, enamorada hasta los tuétanos) O de cómo a los catorce años (hipótesis nuevamente) huyo despavorida hacia la península porque querían casarla con un moro viejo acaudalado.

 

            En fin hemos pasado muchos ratos juntos y muchas  situaciones, a veces kafkianas. Y  otras alegres, interesantes, picantes...

 

            Hemos ido de compras los tres (Ella, Mr y Yo) y como aquel día la vestí yo a mi gusto con una maravillosa minifalda negra de tablas, un jersey violeta medias negras y unos zapatos con algo de tacón para hacer que sus piernas largas brillaran. Y como la cara de su marido cuando la vio de esta guisa fue todo un poema.

 

El ya no esta, y como echo de menos aquel amor que desprendían por todos los poros ambos. Y Llenaba todo a su  alrededor. Mi amiga pálida no entiende de amores...

 

            Bien ya volvió el amor a su vida de nuevo y esta de nuevo radiante.

 

Pero ¡ah! Aquellas miradas picaras de complicidad. Esas serán siempre mías.

 

 

 

Músicas: Mr. Natural.

 

 

 

 

4 comentarios

Erik -

Claro, Mnk. como que simplemente hubo y hay una lida amistad. Picantona a veces.

Pues nada viveydv no te cortes....

ah...! si que hubo a vedces hmmm, en la poiscina en el tiovivo....

Claro Buho. claro.

buho -

Me ha resultado muy sensual tu manera de escribir esta historia; se paladea en cada línea el hmmmm.. ese que ha veces nos gusta esconder a los demás.
Muy erótico...
Besos

viveydv -

Extraña historia. Me surjen un montón de preguntas... Seguiremos leyendo por aquí ;)

mnkantavivir -

Maravilloso relato, muy finamente descrito...mnkantooo!!
ch